Así el ritual se completa. Como la contemplación del guerrero a su armadura desnuda, como los puentes elevados sobre los jardines de la ciudad prohibida. Lentamente caminé por las calles. Cálidas piedras sostenían mis zapatos, mi cuerpo. Tiernas manos anochecidas como estrellas.

Por esa puerta huyó diciendo :«¡nunca!» Por esa puerta ha de volver un día ... Al cerrar esa puerta dejo trunca la hebra de oro de la esperanza mía. Por esa puerta ha de volver un día. Cada vez que el impulso de la brisa, como una mano débil indecisa, levemente sacude la vidriera, palpita más aprisa, más aprisa, mi corazón cobarde que la espera.

(Amado Nervo)

Es necesaria la daga del más encumbrado príncipe de la casa de los átridas, el damasquino de pan de oro de su hoja, mostrando el cuerpo desnudo desgarrado por la dentellada del animal en las selvas de los caminos oscuros del muelle sobre el Tajo.

En su cigarral había un reloj de sol, un reloj que no daba las horas,
pero sí las contaba.

Soledad de lo que no se consigue. Puerta que se busca para entrar en el seno de lo imposible. Pero había quizá una puerta más misteriosa: la boca del silencio. El mundo extra muros.

La enrojecida luz solar fenece tras el horizonte, tiñendo los suelos de vacilantes sombras y, entre ellas, se define una negra silueta. Un viejo judío se me acerca, me saluda con un leve y silencioso asentimiento de cabeza y me invita a acompañarle. Casi sin mirarle, respetuoso, le sigo y escucho.

(Julio Porres Martín-Cleto)

El agua se volvió sangre en la margen del Jarama.Y cerca de San Servando el Tajo, que antes bañaba, milagros de verde fruta por la vega toledana, mirando al Alcázar roto por las noches suspiraba...

El Cristo de la Vega, a cuya faz perjuró.
Pusiéronse en pie los jueces
al nombre del Redentor,escuchando con
asombro tan excelsa apelación.
Reinó un profundo silencio de sorpresa y de pavor,
y Diego bajó los ojos de vergüenza y confusión.

Hace mucho tiempo un pueblo aguerrido contaba con la protección de un dios de carácter infernal al que en las noches de luna llena se le ofrecía el sacrifico de una joven virgen. Se dice que en una ocasión uno de los jóvenes guerreros se enamoró de la joven que iba a ser sacrificada, y sabiendo cual era el destino de su amada, la noche en que esta iba a ser sacrificada la raptó y huyeron. La luna estaba saliendo y el sacrificio había que hacerse, pero no encontraron a la victima para la ofrenda, asi que no hubo sacrificio. La deidad, sumamente irritada, hizo que el cerro se abriera con un gran estruendo y se tragó a todos los habitantes, para cerrarse de inmediato. Sólo quedaron las ruinas de lo que había sido un pueblo que con el tiempo fueron cubriéndose de polvo.

Árboles, yerbas y plantas que en aqueste sitio estáis,
tan altos, verdes y tantas, si de mi mal no os holgáis,
escuchad mis quejas santas.
Mi dolor no os alborote, aunque más terrible sea,
pues por pagaros escote, aquí lloró don Quijote
ausencias de Dulcinea del Toboso.

Primavera y verano y el hermoso otoño del justo,
su paso silencioso ante la alcoba sombría de los soñadores.
De noche permanecía solo con su estrella.

Cuando se fueron todos, yo me quedé a solas con mi alma.
Plaza cuadrada, con su fuente sin una lágrima de agua.
Abril, blandiendo por el cielo su acero pálido de espada.
Qué sosiego tocarte, verte, abrazarte con mis miradas,
apurar las gotas de músicade la caja de tu guitarra,
vagar sin fin y sin origen sobre tus piedras hechizadas.

(José Hierro)

En un pequeño recinto descansa
el conde de Orgaz finado,
y tras él, dibujó El Greco pintor
sobrios colores de mantos dorados.
Entre la tierra y el cielo
encantado anheló el pincel,
sueños de santos alados
ante serios caballeros armados.

Las manos sosteniendo un cuerpo
en los aledaños de la ciudad,
de un ánima que no sabía dónde
debía trasladar al difunto conde.
Lápida blanca de duro mármol
jamás pensó semejante marco,
vuela su esencia al etéreo azul,
exquisito de estrellas toledano.

Primavera. Estaba el campo
salpicado de esmeraldas;
lo mismo el río, a la sombra
de los sauces de la granja,
ramas de helecho traídas
del rincón de la montaña.
La vida: un recuerdo y un
amor eterno en el alma...

La casa donde habitan tus sueños me abrió la puerta.
Regálame tu música y un atardecer.

En su seno guarda todos los recuerdos, todas las tradiciones de España; la fábula y la historia se disputan su nombre; los pueblos, la gloria de haber abierto los cimientos de sus muros.

¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinea,
por más comodidad y más reposo,
a Miraflores puesto en el Toboso,
y trocara sus Londres con tu aldea!
¡Oh, quién de tus deseos y librea alma y cuerpo adornara,
y del famoso caballero que hiciste venturoso
mirara alguna desigual pelea!

(Miguel de Cervantes Saavedra)

Es un aura suave la que te voy dando hecha,
con intenciones de chico, con mis propias manos.
La canción y la lluvia se esparcieron por igual en toda la calle...

¡Quien lo dijera!
que en la Venta del Alma
la mía perdiera.
¡Quien lo pensara!,
quien por nada del mundo
su alma vendiera,
en la Venta del Alma
la regalara.
¡Quien lo dijera!,que una sonrisa
y una mirada de ojos azules
bastante fuera
a agitar de esa forma toda mi alma.
¡Quien lo pensara!,
que en una noche tibia
-media luna rojiza y el aire en calma-
mi alma tanto tiempo
dormida resucitara.

Hasta que las velas ardan
en trasnoches y mañanas
esquina del los jacarandás
secreta alquimia del poema escrito en el bar.
Hasta que las velas ardan,
Horacio en la ventana
leyendo el último diario
de los horas, sabor a sirenas
y rock con Symns y su ginebra.

(Silvia Manzini)

Cuando sus aceros chocaron por primera vez, la lamparilla se apagó y la calle quedó sumida en la oscuridad. Al separarse ambos contendientes como dudando qué hacer, el farolillo volvió a brillar. Parecióles extraño lo ocurrido, pero dado el sentimiento que les embargaba, decidieron continuar el combate. Cuando las armas volvieron a tocarse nuevamente, tornó a producirse el mismo fenómeno en la lamparilla del Cristo; y cuando se separaron, la luz volvió a encenderse sola. Dieron una explicación no muy convincente ni verosímil al hecho y decidieron continuar la pelea

Las tropas desfilaron en columna de honor; la infantería, con el aspecto marcial y uniforme que la caracteriza. Altanera, vigila la ciudad desde el otro lado de la orilla.

Por las orillas del río, echa su barca en las aguas
al despuntar el rocío.

Suave acero toledano, muéstrame el camino,
que la negra noche nos ampare,
que no queden huellas ni testigos,
que la destrucción de esa vida indigna
sea mi único pensamiento en adelante

Era Zocodover un crisol vivo;
las calles, de violeta, despeñaban
ríos de sombra de las altas velas
-Toledo era una nave empavesada-,
que, heridas por el viento, dulcemente,
unían los tejados de las casas.
Todos los mediodías, estallando
de luz sobre la luz, se arracimaban...

(José García Nieto)

La bella hebrea lloró desconsoladamente junto al pozo cuyas aguas, testigos de tantos momentos de felicidad, recibieron aquellas amargas lágrimas como testimonio de dolor y penas infinitas. Así, noche tras noche, Raquel derramaría sus lágrimas sobre las aguas del pozo, que, incomprensiblemente, se tornaron tan amargas como la hiel.

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