Quizá fuesen mejores nuestros corazones cuando eran frágiles, y algún golpe de mar, o la noche de julio pudieran abrirles las calladas heridas que ahora, y para siempre, llamaremos nostalgias. Quizá fuesen mejores cuando eran cual regatos ligeros o lluviosas tardes que mojaban la infancia y partían un dominio común, un valle abierto, inmensos arenales, aquel balcón detenido en la presencia de pulidos geranios.

(Ramiro Fonte)

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